Sobre
Piñeiro de Areas
Enclavado entre montañas, con un puñado de habitantes que, si no es por los vehículos y la televisión, hacen la vida como la hacían hace 100 años, sin las preocupaciones actuales que nos comen diariamente; donde si te alejas 50 metros de la carretera y cierras los ojos, sientes que te transportas a un lugar virgen, donde los únicos ruidos que escuchas son los pájaros, el agua, el aire entre los arboles y sientes el frescor del verde por todos tus poros.
Un lugar donde desconectar, perderse, encontrarse, recorrer sus sendas y veredas, descubriendo rincones, costumbres, leyendas, mitos y te embriagas de naturaleza.
Entre estas alternativas, lo mismo puedes hacer senderismo y descubrir pozas de agua, en las que te fundes con el entorno sin que nadie sea testigo, que bañarte en la playa fluvial, con tu sombrilla y toalla, o tirar montaña arriba y ver el paisaje por encima de las nubes, divisando caballos y jabalíes en libertad.
Todo a tiro de piedra, sin más gasto que tu esfuerzo físico para llegar a los lugares. Cuentas con rutas de senderismo para todos los gustos, eternos bosques, parajes con afluentes y montes que permiten al protagonista sumergirse en la serenidad de su entorno natural. No es necesario el uso de filtros ni de photoshop para resaltar sus paisajes, y aún así las fotografías no le harán jamás justicia.
La Sierra del Suído, un espacio natural protegido, esta "a la vuelta de la esquina" esperando para susurrar sus encantos.
No serás ajeno a la cultura celta, que se impregnará por dónde camines. A una cota de 500 metros y a un paseo desde Piñeiro de Areas, existe una ermita, la Ermita de A Guía, que se asienta sobre un viejo castro sin estudiar y sin excavar, donde fue encontrada un hacha de bronce por un aficionado a la zona. Demuestra la antigua existencia de una “cidade”, y no es de extrañar que allí la hubieran construido, pues el montículo presenta unas características por naturaleza inexpugnables y una situación estratégica sobre el Val do Tea
La zona está repleta de restos históricos como los centenarios puentes de Piñeiro y Portafurado, sobre el Río Caraño, y el de San Xoán de Mosteiro en el Alén o el Puente de Fofe sobre el mismo Río Tea. Sendas empedradas del siglo I esperan a que las recorras y que con tus pasos limpies la rebelde vegetación que se ha hecho dueña del camino construido por los romanos.
Encontrarás los míticos cruceiros, horreos y chozos por dónde camines, y te aseguro que te harán viajar en el tiempo, aquél que seguramente no has vivido pero que palpita en tu ser.
En el núcleo urbano encontrarás todas las labores agro-ganaderas tradicionales, como el pastoreo de vacas, cabras y ovejas y el cultivo de diversos vegetales. Estas tareas son el día a día de las gentes de este lugar, que siguen ganándose la vida a base de esfuerzo y sacrificio diario por mantener en pie lo que ha sido testigo de su vida y la de sus ancestros.